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 Se supone que vacaciones es igual a relax, disfrute y diversión pero no siempre es así, porque muchas veces terminan siendo un desastre. Todo comienza por el esfuerzo de compatibilizar los intereses de todos los que las vayan a compartir, que todos puedan pagarlas y una vez llegado el momento los involucrados tomen en cuenta los horarios inflexibles de salida, cuando se trata de transporte público o la tensión de manejar por la ruta definida. Y una vez ahí...No sé si a mucha gente le pasa pero en lo personal como son por pocos días y yo realmente necesito de un día para ir acoplándome, me estresó porque desde que llego quiero disfrutar al máximo pero no tengo el ánimo, porque llego muy acelerada de mi vida cotidiana. Por otro lado, últimamente he tomado vacaciones con varias familias y ponerse de acuerdo para tratar de hacer actividades juntos como compartir el desayuno o la cena especial, donde nos reunimos todos, es complicado porque se tienen que tomar en cuenta a los demás y sus planes de tal manera que todos podamos coincidir en el lugar y la hora determinada. Así pues, las vacaciones generan diferentes circunstancias que fácilmente pueden transformarse en estrés si no ponemos especial cuidado en cómo manejarlas, "con el afán de "aprovechar" el tiempo de vacaciones, sometamos al cuerpo a exigencias poco habituales llevando a que el estrés mental cambie por el físico", cuenta la licenciada María Fernanda Giralt Font.
Otro punto muy importante que también contribuyen a no disfrutar plenamente de nuestras vacaciones es que estamos tan inmersos en el trabajo que hasta llevamos la oficina a cualquier lugar", dice Giralt Fort. Para algunas personas nunca llega el momento adecuado para tomarse vacaciones, porque siempre hay cosas que resolver y nunca parece ser el momento oportuno. Otras, que deciden tomar vacaciones, no pueden cortar con el trabajo y se lo llevan a dónde vayan: miran el mail a cada rato, se comunican telefónicamente, siguen trabajando en proyectos, etcétera. "Todas estas cuestiones pueden afectar el descanso vacacional. Y en lugar de ser una excelente oportunidad para relajarnos y renovarnos espiritualmente, reflexionar, trabajar las relaciones interpersonales y hacer todas aquellas cosas que se nos dificultan en la rutina cotidiana, terminan en un descontento", suma Giralt Fort. ¿Cómo podemos hacer para tomarnos vacaciones y disfrutarlas
- Se recomienda dejar libre al menos un día antes de las vacaciones para no "salir con el último aliento", respondiendo mensajes y sin poder conectarse con los preparativos de las vacaciones. - Evitar volver el mismo día o la noche antes de reincorporarse al trabajo, para poder hacer una mejor transición, en lugar de volver a trabajar con las maletas sin deshacer - En cuanto a la duración de las vacaciones, lo ideal, es tomarse tiempo suficiente para dar lugar a "desengancharse" de los estresores y tener tiempo para el descanso, el cambio de rutinas, las actividades placenteras y la vida social. - Es fundamental realizar actividades que nos sumerjan en un estado de calma y concentración en el disfrute. Cuando hacemos algo que nos gusta, nos entusiasma y nos apasiona, fluimos, perdemos la noción del tiempo, del espacio y hasta de nosotros mismos. - "El estado de alerta baja y nos involucramos con lo que hacemos, dejándonos llevar por la actividad, y de ese modo disminuyen los niveles de ansiedad. Leer un libro, bailar, pescar, escuchar música, pintar mandalas, sacar fotos, dibujar, charlar, practicar deportes o jugar videojuegos, para cada uno es diferente lo que lo sumerge en el flow", explica la experta. - Es muy importante, aprovechar las vacaciones para reforzar lazos sociales y cultivar vínculos afectivos que otorgan sentido de pertenencia, esto protege contra el estrés y genera bienestar. Cinco claves para soltarse y disfrutar al máximo nuestras vacaciones
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